La revolución no es ni revisionistas ni reformista en sí misma se determina como una manera radical de producir el cambio. La vía revolucionaria no se recorre rescatando valores, mejorando las instituciones o haciéndolas mas justas se recorre destruyéndolas hasta sus cimientos para fundar un modo de vida nuevo sobre los cimientos de la revolución misma.
La revolución no es ni revisión ni reforma, la revolución es cambio radical de un modo de vida, lo cual sugiere un cambio de estructuras, sistemas y principios. Un cambio en el tipo de relaciones políticas, económicas y sociales posibles. La justificación del cambio radica en que los factores de poder que tienen secuestrados los recursos de realización política para garantizarse exclusivamente la satisfacción de sus necesidades existenciales no aceptan alterar el tipo de relaciones con que precisamente se garantizan la hegemonía. Alterar el tipo de relaciones es permitir que varíen las relaciones y aceptar de buena gana perder la hegemonía política, económica y al final social dentro del sistema. Estaba leyendo el libro de Albert Soboul "La revolución Francesa: principios ideológicos y protagonistas colectivos", una interpretación marxista de la revolución que replantea la postura de la historiografía clásica Francesa frente a los intentos occidentales inglesa y americana de desvirtuarala o devaluarla. El libro tiene un pasaje no muy extenso que plantea la disyuntiva revisión o revolución y, reforma o revolución. Sobre esta disyuntiva quisiera hacer una consideración sobre el proceso revolucionario que vivimos. El principio inicial sobre el que quiero partir es que para llegar a un objetivo revolucionario es necesario recurrir a la vía revolucionaria y comprender lo que es y lo que significa en términos materiales la revolución.
Del libro sólo voy a tomar algunas consideraciones útiles para precisar las cualidades de una revolución. Primero que es un proceso impulsado desde abajo, segundo que es un proceso que destruye las estructuras sobre las que funciona el modo de vida general incluyendo todo el orden de las relaciones sociales hasta el Estado alterando el tipo de relaciones políticas posibles y el orden social completo y, tercero que se espera instaurar un modo de vida general nuevo con estructuras e instituciones diferentes que permiten un tipo nuevo de relaciones posibles. Estas consideraciones sirvieron a Soboul para distinguir a la revolución del revisionismo y del reformismo. Estas dos posturas coinciden primero en que desvirtúan la revolución y segundo en que son intentos desde arriba para frenar el cambio verdadero introduciendo algunas concesiones, haciendo más justo el sistema y un poco menos dificultosa la vida pero sin alterar el espíritu o la esencia del modo de vida y sus estructuras definitorias que sólo se puede lograr con un rompimiento total, radical y definitivo que se alcanza sólo por la destrucción institucional del sistema. El sistema va utilizar sus recursos para evitar a toda costa su alteración y si sospecha la capacidad de destrucción de los conjurados en su contra les va a procurar una destrucción temprana para no permitirles alcanzar la masa critica suficiente como para marcar el punto de no retorno. Los revolucionarios tenemos que estar atentos para no caer ante las celadas de las posturas revisionistas y reformistas que le huyen al riesgo de vida o muerte que significa la revolución. El revisionismo y el reformismo son formas de acobardarse y de rendirse. Son formas de posponer la revolución. Formas de darle larga a la urgencia para debilitar el espíritu revolucionario hasta adormeserlo para luego mantenerlo en el letargo. Son formas de pactar con el sistema. La vía hacia el Modelo de Estado (Comunal) Socialista debe ser revolucionaria. Valiéndonos de las instituciones republicanas y sus comportamientos debemos ser radicales en el uso del poder político para destruir el modelo de Estado burgués y en el acto establecer el Modelo de Estado Socialista que buscamos. El revisionismo y el reformismo son vicios que degeneran el pensamiento y la acción socialista revolucionaria y erosionan las organizaciones, los sistemas y la metodología revolucionaria. La revolución verdadera parte de la claridad de sus objetivos, la claridad de su metodología, de la conciencia del sí mismo comprometido con el uso de la fuerza y es radical. Si según las reglas republicanas somos capaces de alcanzar y mantener el poder político no por eso dejaremos de ser radicales y si el uso de la fuerza es vital la usaremos en términos absolutamente políticos. La defenderemos en los términos en que sea necesario. Mientras la contra-revolución no se salga del dominio de la política no lo haremos nosotros, pero, en lo que se salga de estos dominios nosotros nos mantendremos en él y seremos mil veces mas contundentes.
Nuestro objetivo es el Modelo de Estado Comunal Socialista, el Sistema Democrático Socialista y la ética socialista, nuestro objetivo es el modo de vida socialista, para llegar a él no nos satisface ni la revisión ni la reforma del viejo y pervertido Modelo de Estado (Burgués) Clásico Tradicional Occidental de protección de los intereses del Capital y excluyente de los derechos y libertades políticas de los pobres y oprimidos, para llegar a él tenemos que destruir éste modelo de Estado, sus instituciones, sus valores y sus relaciones posibles. Tenemos que ser diligentes, esforzados en forma suprema, radicales incluso desde la concepción de la tarea. Tenemos que trabajar duro, de manera racional y organizada todos los días. Tenemos que hacer la revolución verdadera.
Antonio Berrios @ciudadpetare
Enviado desde mi BlackBerry de Movistar
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