sábado, 19 de enero de 2013

“El 4-F fue la partida de defunción de la Cuarta República”


El pueblo comprendió que no fue un "simple cuartelazo"



“No fue una asonada, sino una rebelión, legitimada por el artículo de la Constitución de 1961 que, en caso de violación de ella, se permitía usar la fuerza para restablecerla”, aseveró el escritor


“El pueblo comprendió de inmediato que no se trataba de un simple cuartelazo”, dijo el escritor Luis Britto García sobre las reacciones que provocó el 4 de febrero de 1992 en la sociedad venezolana de hace 20 años.
El también docente recordó que en un artículo de opinión que publicó dos días después del episodio militar: “Nadie salió a defender” al gobierno adeco.

“El 4-F fue la partida de defunción de la Cuarta República”, acotó, al recordar que los pocos que condenaron el alzamiento militar como David Morales Bello, quien pidieron desde el Congreso la muerte a los golpistas, quedaron “reducidos a cadáveres políticos”.

La voz de cambio que impulsó la rebelión militar es, para el autor de La máscara del poder, una de las causas de la resurrección política de Rafael Caldera, quien dijo que el pueblo no podía salir a defender un gobierno mientras pasaba hambre. Igualmente otras figuras políticas, como la de Aristóbulo Istúriz, mantuvieron una posición parecida.

Britto García rememoró que después de esta fecha “se incrementó tanto la protesta popular” que en la clase política intentó mitigar el descontento con el juicio contra Carlos Andrés Pérez. Pero “el pueblo no iba a estar satisfecho con un gesto”, refirió el escritor, en entrevista electrónica con el Correo del Orinoco.

-¿Cuáles son las lecciones históricas que se derivan de la acción militar de 4-F?

- No fue una asonada, sino una rebelión, legitimada por el artículo de la Constitución de 1961 que, en caso de violación de ella, se permitía usar la fuerza para restablecerla. Esa rebelión hace caer muchos mitos. Ante todo, el de que las Fuerzas Armadas serían refractarias a todo.

postulado revolucionario, y la izquierda inevitablemente antimilitarista. La verdad es que durante la lucha armada revolucionaria de los 60 las organizaciones radicales, entre ellas el Partido de la Revolución Venezolana, mantuvieron un estrecho contacto con sectores del ejército. También es verdad que en los años sesenta en el alzamiento de Carupano medio millar de efectivos, y en el de Puerto Cabello, millar y medio, se jugaron la vida por la Revolución y liberaron guerrilleros presos.

A juicio de Britto, “la recluta de la oficialidad en diversos estratos sociales facilitó esta pluralidad ideológica. También, la gran cantidad de oficiales que siguieron otros estudios superiores aparte de la carrera militar”.
En los años 90 “se integraba dentro de las Fuerzas Armadas el MBR-200, movimiento nacionalista, izquierdista y bolivariano. Posteriormente, varias experiencias latinoamericanas han demostrado que es posible hacer avanzar movimientos progresistas sin la oposición de las Fuerzas Armadas. Salvo, desde luego, algunos cuartelazos aislados de sectores reaccionarios, que han sido rápidamente derrotados por la acción conjunta del pueblo y de los militares progresistas”.

EL CARACAZO COMO ANTECEDENTE

“La rebelión militar del 4 de febrero de 1992 fue una respuesta al auge de masas que protestaban indefensas en las calles”, expresó Britto García, quien destacó la importancia de los levantamientos populares en contra del paquete neo liberal, el 27 y 28 de febrero de 1989.

“Fue un tremendo llamado a la conciencia”, explicó el pensador.

“Durante la semana que comenzó el 27 de febrero de 1989 el pueblo estuvo en la calle; no sólo en Caracas, sino en toda Venezuela, inerme y protestando contra la venta del país, y un sector de las Fuerzas Armadas lo reprimió con armas de guerra”, señaló el escritor.

El autor añadió que “muchos olvidan que dos años antes, en 1987, había ocurrido la sublevación popular del Meridazo, también suprimida a sangre y fuego durante una semana, y que durante esos años el índice de las protestas sociales reprimidas en forma violenta aumentaba acompasadamente”.

“La rebelión militar del 4 de febrero de 1992 es una respuesta al auge de masas que protestaban indefensas en las calles”, concluyó.

MILITARES A LA IZQUIERDA

Britto, también doctor en Derecho, indicó que los jóvenes militares participantes del MBR-200 tenían contactos con movimientos y personalidades de la izquierda. “El apoyo civil se manifestó en la ininterrumpida procesión de personalidades de valía que visitaron a Chavez mientras estaba en el Cuartel San Carlos, y la solidaridad popular en la masiva manifestación que intentó evitar su traslado a la cárcel de Yare”, estimó el entrevistado, quien valoró el respaldo de “la verdadera izquierda” al proceso bolivariano.

Sin embargo, el intelectual llamó a la reflexión sobre los sectores “oportunistas, aprovechadores y camaleones” que han traicionado sistemáticamente el proceso bolivariano, y que el docente consideró “la peor rémora para su proyecto socialista”.

Britto García destacó que el pensamiento de los militares del 4-F “iba más allá de la simple preocupación por lo nacional”. Recalcó que, aparte de la recuperación del pensamiento de Simón Bolívar, ellos intentaban rescatar el ideario de la integración latinoamericana y caribeña: “Bolívar acordó la propiedad pública del subsuelo a las Repúblicas que liberó, decretó el fin de la esclavitud y sentó los principios de soberanía popular y de inmunidad de jurisdicción; vale decir, otorgó a nuestros países el derecho de no ser juzgados en tribunales o juntas arbitrales extranjeras”.

Otro de los legados al ideario de los militares del 4-F es la lucha de las campesinas y los campesinos sin tierra, que extrajeron del pensamiento de Ezequiel Zamora. Y los postulados de Simón Rodriguez  con su intención de fundar una educación “para todas y todos”, que debía apuntar “hacia el aprendizaje por la práctica, hacia la reflexión sobre nuestros problemas y hacia la solución creativa de ellos mediante la invención propia”.

¿Cuál cree usted que es el aporte más importante del 4-F a la historia contemporánea venezolana, desde el punto de vista de la des-colonización de la memoria?

-Casi todos los gobiernos en Venezuela habían utilizado la figura de Bolívar, pero intentando vaciarla de todo contenido nacionalista, económico y social; reducirla a un fetiche sin contenido y someterla a un culto de oropeles vacíos. Sin embargo, en las últimas décadas de la Cuarta República, el Libertador y la Patria se convirtieron en términos casi tabú. Carlos Andrés Pérez se atrevió a decir públicamente que el patriotismo era un sentimiento demodé, y para mayor claridad lo dijo así, en francés.

En cambio, “gracias al proceso bolivariano, hay un nuevo interés por nuestra historia, por su revisión, por el rescate de figuras claves ignoradas o vilipendiadas, como Simón Rodriguez o Ezequiel Zamora”.

Hasta ahora en el país han existido cuatro tipos de historia: “la de los cronistas, que interpreta el genocidio de la Conquista como un triunfo del cristianismo y de la civilización; la heroica, que hacía depender todo de los actos de un grupo de seres providenciales; la positivista, que considera que nuestro pueblo es genéticamente inferior y debe ser sustituido por migración superior mediante el autoritarismo de ‘Gendarmes Necesarios’; y la marxista, que revela las luchas de clases, las rebeliones de los oprimidos y las condicionantes socio económicas de nuestro devenir”.
La des colonización de la memoria hace énfasis, sobre todo, en este último tipo de historia, subraya Britto García. En otras palabras, “estudia el pasado para clarificar nuestro presente y avizorar el porvenir”.

SE REVALORIZARON LOS SÍMBOLOS DE LA PATRIA

El escritor Luis Britto García trajo a la memoria cómo la historia resurgió a partir de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992: “En un artículo de la época, El Joropo, destaqué también cómo a raíz del 4-F se pusieron de moda varios símbolos de lo nacional, antes casi vetados: la Bandera, la efigie de Bolívar, la música nacional. Incluso, una disquera lanzó un ‘llanero Barbie’, un modelo muy bien parecido que cantaba en liquiliqui. Todo eso quería decir algo”.

El entrevistado insistió en la necesaria difusión de este episodio de la historia entre las y los jóvenes que no vivieron o no recuerdan mucho de esta fecha.

“Se debe, sobre todo, procurar que en escuelas y liceos se enseñe Historia Contemporánea de Venezuela, y se den los programas completos”, exhortó Britto García, quien recordó que a él le tocó aprender la historia por sí mismo. “Cuando yo estudié, difícilmente se iba más allá de la Independencia”, acotó.

UN ESFUERZO DESDE LA CULTURA

“Se debe investigar y decir la verdad, no sólo sobre la rebelión del 4-F, sino sobre el vergonzoso estado de claudicación de la soberanía, entreguismo a las transnacionales, corrupción y desigualdad social contra el cual éste se enfrentó”, sentenció el escritor Luis Britto García.

El también autor de El imperio contra cultural  del rock a la postmodernidad recalcó la importancia de vincular este hecho histórico con la cultura: “Ya Carlos Azpúrua dirigió un largometraje de ficción sobre el hecho (Amaneció de golpe), cuyo primer proyecto de guión, por cierto, lo escribí yo, antes de que fuera radicalmente modificado por Cabrujas”.

El entrevistado estimó como positivo que el realizador esté rodando un documental sobre el mismo tema. Además, recordó la publicación de la entrevista que le hizo Agustín Blanco Muñoz en un libro. “Quizá sería oportuno recoger en una antología la reacción de los medios y de la opinión ante la
rebelión”, recomendó.

UNA DERROTA MILITAR, UN TRIUNFO POLÍTICO

El abogado Luis Britto García valorizó que el 4-F “fue una derrota militar que se convirtió en un triunfo político”.
Cuando Hugo Chavez calificó a su movimiento de bolivariano, “lo revistió de una vez con las características de nacionalismo y soberanía que le concitaron el apoyo popular”.

Cuando Chavez dijo que los objetivos no se habían cumplido por ahora, “proclamó que no había rendición, que la lucha seguiría hasta su triunfo”.

Una acción militar, recordó Britto, “se lanza para conseguir un objetivo, y cuando éste se revela como imposible, es un acto responsable y valiente deponer las armas para evitar el sacrificio inútil de vidas. Sobre todo si en vez de huir se permanece en el sitio para afrontar las consecuencias”.

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