En
junio del 2009, el Presidente Chavez dio inicio a un espacio de reflexión que
llamó “Alo Presidente teórico”. Durante el desarrollo de este programa el
Presidente se extendió en argumentos sobre la necesidad de dar forma concreta
al Poder Popular a través de los Consejos Comunales y la creación de las
Comunas.
Como se sabe, en el
país fueron creados miles de Consejos Comunales, básicamente atendiendo al
llamado que Chavez había hecho. El MVR antes y el PSUV, luego, estuvieron al
margen en tanto partidos, de la iniciativa asumida por sectores Chavistas de
base, muchos no militantes, quienes con entusiasmo iniciaron la formación de
aquellas expresiones concretas de lo que se ha dado en llamar el Poder
Popular.
Al examinar con
atención las reflexiones del Presidente en torno a la materia, nos encontramos
con una visión llena de buenas intenciones; el sueño de una sociedad de
ciudadan@s empoderados, resolviendo y gestionando actos de gobierno en función
de mejorar sus vidas. Sueño que también contempla la existencia de medios de
producción animados hacia lo colectivo, buscando romper con la carga injusta
que significa un sistema en el que unos son los dueños de los medios de
producción y otros no tienen más remedio que vender sus propia fuerza y talento
como forma de
sobrevivir.
En torno a esta
contradicción se han desarrollado infinidad de luchas, las cuales
han modificado no solo la realidad del sistema de producción capitalista en sí,
sino también obligado a asumir la creación de condiciones sociales en los
cuales están presentes unos derechos para el
trabajador. Venezuela
es un país en el cual predominan relaciones de producción capitalistas. Por
siglos ese ha sido el modo de producción que ha contado con los mecanismos que
proporciona el ejercicio del Poder para reproducirlo y mantenerlo. Como es
lógico, dentro de él muchos han alcanzado niveles de vida altos. Lo malo es que
también, a la par, crecen quienes carecen de lo más mínimo,
generando profundas desigualdades.
En nuestro caso, a
la par del éxito obtenido por algunos sectores sociales, crecía
exponencialmente la pobreza. En esta situación la carga de violencia era
latente. Las
soluciones a este problema reciben diversos tratamientos. Unos piensan que
basta con abrir fuentes de trabajo suficientes para que la mayoría de la
población viva activamente. Por lo tanto, habrá que facilitar la
inversión y la creación de empleo, a la par atender la competitividad.
El problema es que
todo esto es visto desde la óptica que la rentabilidad del capital es muchos
más importante que las condiciones del factor trabajo. A eso, con mayor o menos
acento, apostaron los gobiernos anteriores a Chávez, digo, como fin de las
políticas que en realidad aplicaban, no por el discurso
dado.
El Presidente
Chávez se ha propuesto impulsar una ruptura del Sistema Capitalista o, al
menos, rebajar su primacía en el país. Para ello ha propuesto una mayor
participación pública directa en la economía y la creación o impulso de formas
colectivas de propiedad de medios de producción.
Se referencia
en procesos revolucionarios producidos en otras latitudes; en otros tiempos y
bajo condiciones distintas al Proceso que se desarrolla en Venezuela. Ha
levantado el Socialismo como alternativa y al explicar su propuesta, exalta
valores que han constituido objetivos de la Humanidad. Tal es el caso de la
solidaridad y la igualdad. De allí que la lucha no solo se plantee en el plano
político, también en lo cultural y en las ideas, puesto que en la realidad de
hoy predominan otros valores, aquellos que tienen que ver con el
individualismo.
Los
fundamentos de la proposición de creación de un estado comunal hay que
buscarlos en el Socialismo del siglo XX, sistema que ya no domina sino en uno o
dos países y que ha sido sometido a críticas descarnadas, centrándolas solo en
sus aspectos negativos. Borrando cualquier aspecto que pudiera ser considerado
positivo. Ni la Revolución Rusa, ni la China pudieron haberse sostenido solo a
punta de represión, el orden generado desde ellas obtuvo la legitimidad que les
permitió sobrevivir por largo tiempo y ser considerado, en parte de aquel, como
una opción válida ante el capitalismo. Lo
cierto es que el presidente está convencido que su esfuerzo y liderazgo se
pondrán en función de alcanzar una sociedad mucho más solidaria e igualitaria
que la actual. De allí que impulsara las ideas del Estado comunal con todas sus
fuerzas.
Como es
de esperarse, una parte importante de la población responderá a su llamado en
la misma dirección enfocada en el mensaje. Creyendo en sus bondades. Otras, en
la prédica del mismo, lo asumirán sin creer en él. Por supuesto, no falta quien
mantenga reservas fundamentadas sobre el destino de la ruta propuesta y en
algunos casos lo
expresarán. Pero
está claro que si la propuesta no logra construirse ajustada a la experiencia
histórica y a la realidad nacional e internacional, surgirá una
fuerte oposición a ella, quizás de tal magnitud, que no le permitan avanzar ni
un centímetro.
Los
chinos confrontaron un problema semejante, que en el enunciado, resolvieron
pragmáticamente definiendo la línea de un país; dos sistemas. Allá fue
introducir modos de producción capitalistas en una sociedad profundamente
rural, pero que por sí sola era un mercado de más de 1000 millones de personas.
Acá es al contrario, se trata de introducir modos colectivos de producir
en una sociedad dominada culturalmente y económicamente por el capitalismo. Es
decir, acá se intentará, pacíficamente, lo que en otras latitudes se hizo a
través de la violencia. No deja de ser un reto de grandes proporciones, no
exento de riesgos.
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