lunes, 17 de febrero de 2014

LA PAZ DE LAS CACEROLAS Y LOS COLECTIVOS EN LA CALLE:

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Propuesta para construir una paz duradera
Por Antonio Berrios @aj_berrios

Lo que ha evitado que se desate una guerra civil es la suma de los miedos de los que están en la calle que se lanzan a la calle por miedo al otro pero que una vez en ella no dan un paso definitivo hacia la violencia por un miedo superior a la capacidad destructiva del otro.

Me dirijo al Presidente Nicolás Maduro en calidad de Jefe del Gobierno y Jefe nacional de las fuerzas socialistas revolucionarias, me dirijo a María Machado en calidad de vocera principal del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica y delegada para las gestiones de restaurar la hegemonía norteamericana y el control político de los recursos coloniales en la capitanía general de Venezuela, la hegemonía social de la burguesía sobre las clases populares y reimplantar el modelo capitalista semi colonial y dependiente en el marco de la gestación de un nuevo plan cóndor en el que Venezuela es la puerta de entrada y bastión de apoyo para recuperar la hegemonía continental norteamericana y reposicionar el imperialismo norteamericano a escala mundial.

¿Quién garantiza la paz verdadera?
Hasta hoy, después de 15 años de gobierno popular socialista y bolivariano lo único que mantiene la paz es el miedo al choque total y por supuesto mortal entre los pobres que viven en los barrios y los burgueses de la clase media que viven en las urbanizaciones y residencias del Este de cada ciudad del País. El poder popular sale a la calle al más mínimo síntoma de violencia porque tenemos miedo  de que la oposición está fraguando un golpe de Estado y por encima de una dirigencia opositora cobarde e irresponsable tenemos miedo de la amenaza de la ocupación norteamericana porque sabemos que si sucede van a entrar a matar, violar y a saquear sin hacer distinciones entre uno y otro bando imponiendo una verdadera dominación barbárica. El poder popular son los colectivos y movimientos sociales que han salido y salen a la calle desordenadamente y sin dirección, ardidos, indignados y dispuestos a dar la vida por el País, aunque a nivel de medios haya siempre quien se abrogue las acciones a título personal reproduciendo los vicios de la praxis burguesa, restándole fuerza al movimiento y sumándole más indignación al pueblo. El poder popular es la principal fuerza para la paz con que cuenta la revolución. Los burgueses de la clase media que viven en los edificios y residencias tocan cacerolas porque quieren infundirle miedo al gobierno y quieren demostrar fuerza al poder popular para abrumarlo, para inocularle miedo para que no salga a las calles. Las cacerolas son un signo del miedo que la clase media burguesa le tiene al poder popular. Tocan cacerolas desde las sombras en las alturas porque tienen miedo, porque saben que el poder popular es feroz y no le tiene miedo a nada. En la oscuridad esconden su identidad y en las alturas se sienten fuera del alcance del pueblo, por eso lanzan bombas caseras, botellas y disparan desde arriba. La clase media burguesa tiene miedo de perder su posición social y su modo de vida, le tiene miedo a la pobreza, al hambre y a la necesidad. Su miedo ha sido creado por los partidos de la derecha y los medios de comunicación privado, su miedo ha sido inoculado para convertirlos en un ejército en una lucha que no comprenden. La guerra económica que los destruye no la ha hecho el gobierno sino sus líderes y empresarios. Los estudiantes tienen todavía más miedo porque ven la angustia de sus padres, se han quedado sin los gustos que antes le daban, son víctimas de la criminalidad y no pueden imaginarse un futuro porque no se parece a la promesa de sus padres. Por eso salen a la calle porque están poseídos del miedo de sus padres. Los partidos de la derecha los seducen para que tomen las calles con violencia porque piensan que el gobierno no va a activar la fuerza contra ellos. Los estudiantes son el cebo de la trampa golpista de la derecha.

El Límite de las aspiraciones populares, el desarrollo, bienestar y paz verdaderos
Es el miedo lo que impulsa la acción de los diferentes actores que se mueven en las calles. Como decía, los estudiantes son el cebo que la derecha irresponsable lanza a las calles para iniciar una situación de guerra civil útil para lanzar un golpe de Estado, han venido preparando a la sociedad con una cruel e inhumana guerra económica y con una despiadada guerra psicológica de medios. Lo que ha evitado el enfrentamiento decisivo es el miedo del poder popular a la invasión norteamericana, el miedo que la clase media burguesa le tiene al poder popular y el miedo de los estudiantes y digo que la suma de estos miedos es lo que ha garantizado que no se rompa definitivamente la paz porque al sentir miedo cada uno de estos actores se ha visto obligado a salir a la calle de una u otra manera: poniendo barricadas incendiadas en las entradas a las urbanizaciones la clase media burguesa demuestra el miedo que le tiene al poder popular, tocando cacerolas tratan de abrumar al pueblo para espantarlo y a la vez tratan de infundir miedo al gobierno. Saliendo a las calles en las motos dispuestos a pelear la última pelea el poder popular demuestra el miedo a la ocupación de nuestro País. Las concentraciones masivas son muestras de fuerza movidas por el miedo para persuadir al enemigo para que no tome la iniciativa de la violencia. Las concentraciones de los estudiantes demuestran el miedo de los partidos de la extrema derecha a tomar acciones frontales declarándose de una vez como grupos terroristas, así, demuestran miedo, falta de carácter e irresponsabilidad. Ahora bien, lo que nos mueve no sólo es el miedo. Lo que ha frenado que se desaten las fuerzas de los actores es el miedo pero lo que les impone a cada uno su propia resistencia son sus razones políticas históricas porque ninguno está dispuesto a sacrificarlas. El miedo es el elemento que nos demuestra que estamos en una situación de guerra civil, podría decirse que la lucha definitiva para demoler el modelo burgués de vida no se ha dado aún a pesar de 15 años de control político de las instituciones. Ahora bien, el planteamiento de la guerra civil está en las razones políticas de los actores y para resolver los problemas estructurales de nuestra sociedad cada uno tenemos que superar nuestros propios límites. El Gran Polo Patriótico no puede ceder el control político de las instituciones, el pueblo no puede renunciar a sus aspiraciones de una sociedad más igualitaria y justa, el pueblo no puede renunciar al ejercicio de sus derechos y libertades políticas ciudadanas y en nombre de todo el país no podemos renunciar a nuestra identidad socialista, más importante aún no podemos ceder en nuestro empeño de construir un verdadero desarrollo, bienestar y paz según modelos independientes y propios que respondan a nuestras capacidades y necesidades como nación.

El Límite de la política imperialista norteamericana
Estados Unidos de Norteamérica es un gigante pero los gigantes también se debilitan, se degeneran y entran en decadencia. El gran movimiento hacia el socialismo que se ha desatado en las últimas dos décadas en Latinoamérica, el caribe y el Sur y la transición del capitalismo mundial hacia la economía del conocimiento y la tecnología hacen que Estados Unidos de Norteamérica sienta un gran miedo de perder su hegemonía mundial frente a otros poderes emergentes que han demostrado más fuerza, agilidad y capacidad de mejorar y seguir creciendo. Este miedo a la decadencia obliga a los norteamericanos a impulsar y reimpulsar sus operaciones en Latinoamérica y el Caribe para reimplantar el modelo capitalista de dependencia semi colonial y reimponer su hegemonía, para reimplantar la industria del saqueo de nuestros recursos para aumentar su fuerza y su posición mundial. Todo el mundo habla y sabe que Capriles se quemó políticamente por causa de su fatuidad, su falta de carácter, su irresponsabilidad y su ambivalencia, todo el mundo sabe que su ambición de poder es vacía, carente de sentido y contenido social, egoísta e irresponsable. El camino que Capriles le presentó a la oposición es el de la violencia y la desestabilización, ese si es su legado. Todo el mundo sabe que Leopoldo López se radicalizó asumiendo el extremo del terrorismo porque al estar inhabilitado políticamente no puede ser presidente a menos que sea en el marco del rompimiento de la institucionalidad democrática. No es justo destruir un País para que un inhabilitado pueda gobernar caprichosamente. En este escenario el gobierno de Washington nombró como su vocera y delegada a la diputada María Machado, quien al estar dentro de la AN puede darles la inteligencia que ellos necesitan y que por su hambre de poder, copiando un poco la estampa de Margaret Thatcher, ha demostrado que está dispuesta a partir el País en dos si es necesario, imagino que le dio su palabra a los senadores norteamericanos y no está dispuesta a dejar caer su palabra. Ahora bien, cualquier líder opositor que quiera la paz tiene que darle la espalda al gobierno norteamericano, aceptar la realidad política interna, reconocer al gobierno socialista bolivariano y reconocer los derechos y libertades políticas de los pobres de Venezuela porque no estamos dispuestos a renunciar el derecho de ejercer nuestras libertades políticas en beneficio de las libertades económicas de unos pocos malagradecidos, egoístas y mezquinos que no les interesa nadie sino ellos mismos. La oposición que quiera la paz tiene que nacionalizar sus partidos políticos, sus programas políticos y sus ideologías emancipándose del control y tutela norteamericanos, tiene que respetar las reglas de la Democracia y tiene que aprender a perder primero para hacerse más humilde y poder aportar al desarrollo, bienestar y paz si eso es lo que quiere. O se declaran terroristas saliéndose del sistema político o se someten a las reglas y la lógica de la democracia respetando la legitimidad del gobierno electo democráticamente.

El límite del ego burgués y sus prejuicios contra el pueblo

El primer paso que tiene que dar la burguesía, y digo la clase media burguesa, para reinventarse en un mundo nuevo con identidad socialista es renunciar a su ego social y olvidar los viejos prejuicios contra el pueblo pobre. Una persona que cree que porque tiene dinero, es propietario de una empresa o tiene un título universitario tiene el derecho legítimo e incuestionable de mandar y determinar la vida de los que no tienen nada empezando por el ejercicio de cargos públicos e incluso en la vida familiar no puede aceptar un mundo con identidad socialista de buena gana porque no acepta que un desposeído ejerza cargos públicos y determine la vida del colectivo, más aún, una persona así no tolera el ser colectivo ni la igualdad, porque en el mundo colectivo no tiene ventajas, el ego burgués es una causa de miedo y resistencia natural que hay que superar. Una persona que piensa que los pobres son todos unas mierdas que no sirven para nada, malandros y prostitutas, delincuentes por naturaleza, no puede aceptar que un obrero ejerza un cargo público, mucho menos la presidencia. La clase media burguesa y su dirigencia política tiene que superar sus atavismos si de verdad quiere la paz. Tienen que renunciar a estos límites si de verdad creen en la Democracia, la libertad, el Derecho y la Ley. El problema político no se resuelve porque la clase media burguesa y su dirigencia se resisten a aceptar la verdad, la realidad y las reglas de la Democracia, se niegan a colaborar con el País, se niegan a reconocer los derechos y libertades políticas de los pobres, se niegan a someterse y reconocer a un gobierno popular y atentan contra él aunque ello signifique atacar al País y darle la espalda a la Democracia. La poca paz que tenemos es gracias a la suma de los miedos de los actores que hacemos el país pero pronto, en cualquier momento, debido a la intransigencia de los que tienen la razón y la justicia de su lado y de los que no, podemos perderla, porque el en mundo del miedo gobiernan las sombras, los sonidos y las falsas señales y de cualquier manera empieza el peo como están esperando los agitadores. Para evitar el sacrificio del poder popular y de los estudiantes y el colapso final del País propongo: Una convención nacional para activar las 3R al cuadrado, en la que la revolución le presente al País un balance de lo que puede corregir, cambiar y mejorar en todos los aspectos de la política socialista para construir la paz, el bienestar y el desarrollo. Propongo que la oposición haga lo propio para después encontrarnos en un gran Congreso donde juntos podamos demostrar amor y respeto por Venezuela y los venezolanos reconociendo nuestros errores y comprometiéndonos todos en construir una nación digna y orgullosa de sí misma. Rectifiquemos sin miedo para hacer la paz.

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